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Resumen
Entre 1690 y 1781, numerosos astrónomos, incluídos algunos de los más destacados científicos europeos de la época, avistaron en el cielo un objeto brillante, similar a una estrella, en la posición que, actualmente suponemos, debía ocupar entonces Urano. La mayoría de ellos concluyó de que se trataba de una estrella.
Este hecho se repitió, durante el período señalado, al menos diecisiete veces. Uno de los más connotados observadores de Europa estudió en 1769 la presunta estrella durante cuatro noches seguidas, sin notar rasgo alguno que pudiese alterar la idea de que se trataba de una estrella.
Doce años más tarde fue la primera vez que Sir William Herschel, músico y astrónomo de origen británico-alemán - observó el mismo objeto y lo hizo con un telescopio de su propia fabricación. Al analizarlo pudo notar que el tamaño del disco era muy poco usual para las estrellas. Ante esto, decidió postergar su pronunciamiento acerca de la naturaleza del objeto hasta realizar un examen más pormenorizado de él. Ese estudio más detallado mostró que el objeto no se encontraba en un punto fijo, sino que se desplazaba entre las estrellas. Como consecuencia de esto, Herschel pensó, en ese momento, que se trataba de un cometa.